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Lección 5, resumen, La Vía del Corazón,

Resumen de la 5ª lección de la Vía del Corazón 


Queridos amigos, saludos para vosotros. Venimos aquí en esta hora a continuar este camino que fabrica la estructura, la carretera, por así decirlo, mediante la cual podéis aprender a marchar por la vía del corazón y a dominarla.

La vía del corazón requiere estar dispuesto al compromiso. 
Y cuando lo hagáis descubriréis una manera de estar en el mundo que no es de el. Vuestro camino no será comprensible para el mundo. No será comprensible ni para vosotros. Estaréis viviendo desde el Misterio.

La vía del corazón culmina con el reconocimiento de que no vives la vida en absoluto, sino, más bien, que la Vida está viviéndote.

Una de las características es el desarrollo del testigo. Una cualidad de consciencia, una manera de ser, en la cual pareces ser testigo de cada cosa que surge y que fluye a través de ti y alrededor de ti, desde un lugar de calma absoluta.

Descubrieras que hay un lugar dentro de ti donde puedes observar todas las cosas con una ecuanimidad perfecta, con perfecta aceptación y perfecto amor. 

Descubrirás que nada es inaceptable para ti. Y solo lo aceptado puede ser transcendido. 

No sentirás inquietud ni ninguna necesidad de dirigir tu viaje. No surgirán preguntas. Estarás en paz. Y en esa paz, el aliento de Dios se moverá a través de ti. Y te convertirás en algo que es como el viento, no sabiendo de dónde vienes o a donde estás yendo, pero habitando en perfecta confianza y descanso. Y el mundo puede que no te reconozca, pero tu Padre te reconocerá y tu conocerás a tu Dios.

Por mí mismo, no hago nada; más, a través de mi, el Padre hace todas las cosas.
Descansar es esa percepción significa que has llegado a constatar que el yo, el ser que tú eres, es meramente un canal a través de cuál el Misterio se vive a Sí Mismo, a través del cual mana el Amor.
Sabrás lo que significa que no tienes que ir a ningún sitio, que no tienes que conseguir nada. Te harás espacioso y vacío.
Activarás una cualidad de discernimiento llamada "el testigo" que simplemente estará observándolo todo, esperando a ser movido por el viento del Espíritu. Y, aunque otros puedan no verlo, virtualmente todo lo que pronuncies transmitirá la vibración de la verdad.

Imagina entonces una vida en la que todo lo que haces no es para ti mismo. Imagina una manera de vivir en la que lo tú haces no es para nadie más. Imagina una manera de vivir en la que la creatividad, viviente, fluye desde una fuente tan profunda adentro de ti y alrededor de ti que no hay lenguaje ni dogma que pueda contenerla -una Fuerza y una Fuente que sabe cómo expresarse a sí misma a través de ti de tal modo que está constante y solamente sirviendo a la reconciliación, al despertar de toda la Creación a la Verdad de la presencia de Dios.

El deseo lo es todo, y sin el ninguna cosa puede surgir. Por tanto lo que tú deseas es ciertamente de la mayor importancia. Desea, pues, una perfecta unión con Dios. Desea, pues, ser Cristo encarnado. Desea ser entonces todo aquello para lo que tú Creador te ha creado, incluso si no tienes ni idea de lo que ello podría ser. Pues cuando albergas deseo dentro de tu ser, y cuando atraviesas el proceso de ser capaz de dominar la energía del deseo (y de nuevo, dominio no significa control) cuando hayas dominado la energía del deseo anclándola siempre en el deseo de ser tal y como has sido creado para ser, entonces, ciertamente, toda tu vida y todos los deseos subsiguientes o subsidiarios llegaran a servir a ese gran deseo.

La primera etapa es, ciertamente, la del deseo. Y solo sintiendo deseo, y no suprimiéndolo, puedes verdaderamente comenzar a moverte hacia el estado de maestría en el cual la energía del deseo sirva ya siempre a la Voluntad Superior, que es la Voluntad de Dios para ti. 

Descubrirás que la voluntad de Dios para ti es que seas genuinamente feliz, de la cabeza a los pies, satisfecho, realizado, en paz, con poder, responsable.

El deseo en el tiempo, se cultiva mediante la intención. Pues como ves, has usado el tiempo para enseñarte a ti mismo cómo distraerte con todos los pensamientos y percepciones que conforman esta sopa cósmica que llamas tú mundo. Y todo lo que has conocido es la frustración de tener un deseo, y, entonces, tan pronto como sales por la puerta, un amigo te detiene y te dice, vamos a la playa…

Es necesario utilizar el tiempo para cultivar la intención, pues sin ella el deseo no puede convertirse en la lente cristalina, en el haz de láser, con el que puedas atravesar toda la porquería de este mundo de tal manera que a través de ti pueda fluir una nueva creación. 

La intención no es lo mismo que albergar un compromiso voluntarioso y fuertemente egoico de hacer que algo suceda. Porque la vía del corazón reconoce que no has sabido cómo lograr la realización que buscas en el nivel del alma, por la simple razón de que si lo supieras, ya la habrías logrado. 

Cultivar en tus procesos de pensamiento el arte de recordar para que estás realmente aquí: Soy el pensamiento de Amor en la forma.
Estás aquí para recordar que tú eres Uno con Dios.
Estás aquí para recordar que eso que he llamado Abba, el Padre, aunque tenga muchos nombres, es la fuente de tu única realidad. Y que tú estarás viviendo en la realidad solo en el grado en que Aquel esté viviendo a través de ti.
Por tanto, la intención, en la vía del corazón, significa utilizar el tiempo de cada día para enfocar tu atención en el deseo de ser Cristo Encarnado.

La intención es esa energía, o ese uso de la mente, que crea (mediante una práctica consciente) el canal, por así decirlo, a través del cual el deseo comienza a descender y reeducar al cuerpo emocional, e incluso a la estructura celular del cuerpo físico, y a todas las vías secundarias de pensamiento que tienen lugar en el intelecto -de manera tal que todo lo involucrado en tu ser resulta integrado, y trabaje conjuntamente enfocándose en la realización de ese único gran deseo, el de aceptar tu función en este mundo. Y tu función es la de sanar tu sensación de estar separado de Dios.

¿Qué es lo que más deseo?
¿Qué estoy haciendo en este planeta?
¿En qué estoy comprometido?

Hazte cristalino en tu intención y recuérdala diariamente.
Mi intención es usar el tiempo constructivamente para reaprender lo que significa habitar en el Reino del Cielo y cumplir con mi función. Y mi función es la sanación. Y la sanación requiere la presencia de Cristo, porque solo Cristo puede expresar el Amor que da vida a la sanción.

El deseo y la intención -y en el campo temporal estas etapas se despliegan a medida que se madura en la Vía del Corazón-, el deseo y la intención son críticos.

La tercera etapa del proceso por el cual la mente es plenamente corregida y regresa al hogar, es la del permiso. Pues el mundo egoico no te ensaña a permitir, sino a esforzarte. 

El permiso en este camino significa que comienzas a ver tu vida de forma diferente. No se trata del esfuerzo en conseguir salir de la escuela superior para crear una carrera con la cual puedas crear monedas doradas, con las cuales puedas crear la casa apropiada en el ambiente apropiado, de modo tal que tu ego se sienta "exitoso" y, por tanto, "merecedor" de Amor. Sé honesto contigo mismo, ¿no está tu mundo construido sobre esas premisas?
La Vía del Corazón comienza con el reconocimiento de que ya eres amado por la única Fuente que importa, de que has venido con un propósito muy elevado que puede hacerse manifiesto a la manera del mundo, pero que no es del mundo.

El permiso, entonces, es el cultivo de una manera de contemplar los eventos de tu vida no como obstáculos interpuestos entre tú y lo que tú quieres, sino como peldaños que te presentan la bendición de las lecciones requeridas para sanar los obstáculos -no hacía el éxito, sino hacia la presencia del Amor en tanto que la fuente y la base de tu ser. 
En la etapa del permiso entonces, comenzamos a cultivar la aceptación de todo lo que hay en nuestra experiencia. Comenzamos a ver qué, cómo hemos asumido el compromiso de despertar y de encarnar solo a Cristo, el Universo ya está conspirando para traernos a nuestras vidas la gente y los eventos, minuto a minuto, que mejor nos puedan dar exactamente aquello que más necesitamos aprender o aquello de lo que más necesitamos tomar consciencia.

El permiso es entonces el cultivo de una cualidad de discernimiento en la que descansas al reconocer que tu vida ya no es la tuya propia, para poderla dirigir y controlar, sino que más bien se la devuelves a la Fuente de tu propio ser, a esa profundidad de sabiduría en lo más profundo del océano que sabe la mejor manera de brindarte lo que se requiere para sacar la porquería de tu consciencia, y así poder soltarla.

El permiso cultiva la confianza. El permiso es la manera en que la intención y el deseo llegan a trabajar cada vez más plenamente en la tercera dimensión de tu experiencia -el campo temporal. El permiso es una sumisión, pero no es una sumisión ingenua. El permiso cambia tu percepción del mundo que ves a tu alrededor.
Comienzas a darte cuenta de que realmente no vives en un mundo real, en absoluto. Vives en un mundo de vibraciones y energías que opera por la Ley de la Atracción, resonancia. Y comienzas a estar dispuesto a permitir que ciertas cosas salgan de tu vida, incluso familia y amigos, confiando en que, debido a tu deseo e intención, lo que se desvanece en tu vida debe estar bien así, ya que será reemplazado por nuevos patrones vibratorios que llegan en forma de mensajeros -eventos, lugares, personas y cosas- que pueden llevarte a la espiral ascendente del despertar.

El permiso conlleva dar paso a las etapas iniciales del cultivo de la humildad, y el reconocimiento de que debes finalmente someterte a algo más allá del intelecto y del control de la parte egoica de la mente -ya que el creador y el ejecutor que ha intentado hacerlo todo es algo finalmente conocido como inadecuado.
Al madurar esas tres etapas, descansas en la etapa final, la de la rendición. Y esto significa que ya no hay inquietud. La rendición significa que sabes, a través de cada fibra de tu ser, que no hay nadie aquí viviendo una vida, sino que se trata de la Vida fluyendo a través del cuerpo-mente, de la personalidad, en tanto que esta dure. Aquí es donde se ve culminada o completada la transformación mística. Es aquí donde entiendes el significado de la enseñanza,
Vivo pero no soy yo, sino Cristo quien Mora como yo mismo.

La rendición es una etapa cuyo cimiento es La Paz perfecta.

Te encuentras a ti mismo, a medida en que estés en el mundo, estando cada vez más ocupado, con más y más cosas que hacer. Te haces incluso más responsable. Y  finalmente llegas a ver qué, cómo eres Cristo, eres responsable de toda la creación. Y no puedes tener un solo pensamiento sin perturbar la más lejana de las estrellas. Es de esa responsabilidad de la que has dimitido encogiéndose en intentando contenerte a ti mismo en un diminuto pedazo miope de espuma, y todo porque has temido ser responsable por el todo.

La vía el corazón corrige tu percepción, en la cual llegas a reconocer que tu mayor alegría, tu mayor realización está en la plena y deliberada aceptación de la responsabilidad por toda la Creación. ¿Por qué? Porque repentinamente constatas que no eras el creador y ejecutor, y que puedes aceptar la responsabilidad por cada cosa y por todo, porque todo el poder del Cielo y de la Tierra está hecho para fluir a través de ti para manifestar el Amor de Dios. Así, dicho brevemente, está en manos de Dios, no en las tuyas. Luego entonces,
No se haga mi voluntad, sino la tuya.

Comienza esto a tener sentido para ti? ¿Ves cómo cambia el modo en que has sido enseñado a interpretar mis enseñanzas?
El deseo, la intención, el permiso, la rendición –pero una rendición hacia una manera de ser que el mundo nunca puede reconocer. Es rendirte a una manera de ser en la que puede que nunca recibas eso que llamas en tu mundo un Óscar por tu actuación. Pero es una manera de ser en la cual tu consciencia se abre totalmente a tu unión con toda la Creación. Y hablarás con una hoja según cae del árbol. Verás el alma del gatito que cuidas. Y hablarás con ángeles y maestros. Te verás involucrado en reuniones en las salas superiores cósmicas de conferencias.
Y sabrás que el cuerpo-mente que una vez pensabas que era tuyo, es poco más que un recurso temporal de enseñanza, una herramienta a ser tomada y utilizada bajo la dirección de Dios, y a ser dejada de lado cuando su utilidad termine. Así que incluso cuando llegue el tiempo de atravesar esa transición que conoces como muerte, nada perturbará tu paz. Y, cuando el cuerpo muere, eso simplemente significa que tu atención comienza a liberarse por sí misma de él –igual que cuando la mano de un carpintero es liberada de manejar el martillo, y este simplemente se deja sobre la mesa y el carpintero se va a cenar olvidándose de él. Serás capaz de observar incluso el proceso que tu mundo llama muerte con total ecuanimidad y gozo.
Verás a tu espíritu desprendiéndose del cuerpo. Observarás que este se desmorona en lo sin vida, de modo tal que toda tu atención se enfoque en una dimensión completamente nueva, en una dimensión que es tan vasta que serás capaz de mirar hacia el plano de la Tierra de una manera no muy diferente a como podrías mirar una piedrecita en la palma de tu mano, y, en un rápido vistazo, verlo todo sobre ella sin que haya nada que se oculte a tu mirada.
Responsabilidad. Soy alguien que ha elegido asumir la responsabilidad por la piedrecita llamada Tierra y por toda la vida que mora ahí. Tú también conocerás cómo es esa energía y la realidad de rodear con tus dedos todo el sistema solar y convertirte, digamos, en el Dios o el Salvador de esa dimensión. Y ello comienza al elegir tomar la responsabilidad por tu piedra, tu dominio, tu sistema solar, tu dimensión personal. Y eso, de nuevo, comienza al decir,
Yo, y solo yo, soy la fuente de lo que experimento y percibo. No soy una víctima del mundo que veo. Y todo lo que experimento lo he invocado hacia mí mismo, lisa y llanamente –sin excusas, sin “y si…”, sin “peros”. 
Es de la manera en que es.
Y se irá tu inmadurez, tu resistencia, para entonces simplemente ser responsable de tu experiencia.
La vía del corazón cultiva entonces una madurez del deseo, la intención, el permiso y la rendición. Y no hay ninguna característica de mayor importancia que esa que ya hemos mencionado, la de la humildad. No la humildad fingida que se enseña en ciertas religiones del mundo, sino una genuina. Pues la humildad no significa que, cuando te encuentras ante un grupo de gente aplaudiéndote, vas y dices,
Oh, ¡uf! no tenéis por qué hacer esto, no es para tanto.
De modo que puedas parecerles humilde cuando interiormente estás diciendo,
Oh, Dios, ¡se siente tan bien! Aplaudid un poco más alto, un poco más. Pero esto no os lo diré.
¿Reconoces este tipo de humildad? ¿No es este el tipo de humildad que te fue enseñado en tus escuelas? Mmm. Se te decía que no te pusieras a golpearte el pecho, diciendo,
¡Sí! ¡Gracias! Sabéis, creo que realmente estoy haciendo esto bien ahora.
Se te enseñó que eso no estaba bien.
La humildad genuina fluye del reconocimiento bien asentado de que tú no puedes salvarte a ti mismo, de que eres creado y no Creador, de que eres efecto y no causa (en un sentido absoluto), de que algo llamado Vida no es tuyo, de que hay algo más allá de tu capacidad de contención y comprensión intelectual. Y si ese algo decidiera alguna vez dejar de amarte [chasquido de dedos], dejarías de existir, pues sin importar cómo de hondo te encuentres dentro de la profundidad de Dios, y sin importar lo profundos que sean tu discernimiento y tu consciencia de la unión con Dios, lo que Dios es, estará siempre más allá de tu creciente capacidad de entender a Dios. Es como un Océano de Profundidad Infinita. Y cuando te das cuenta de que, esforzándote tanto como podrías hacerlo, tu yo, tu pequeño yo, nunca podría abarcar esa Fuente, descansarás en la humildad, la humildad genuina.
Y esto, ¿por qué importa tanto? Porque, y subraya bien estas palabras, porque según progresas por el camino de La vía del corazón, según disuelves y debilitas los grilletes de tu mente, según se sanan y se resuelven los conflictos interiores, según comienzas a aceptar la abundancia que el Padre te quiere otorgar en todos los niveles de la vida y todos los niveles del sentimiento y de la percepción, según comienzas a degustar la magnificencia y la grandeza que querrían fluir a través de ti, descubrirás que los “enemigos” se hacen más sutiles. Cada niño ve a sus padres, en cierta etapa, como sus enemigos, ¿no es así?
¿Qué quieres decir con que no puedo sacar el automóvil esta noche? ¿Qué significa eso de que tenga que estar en casa a las 10:00 pm?

Los padres se convierten en enemigos.
Pero este es un nivel muy inmaduro y elemental. Según te diriges más y más hacia la maestría, serás enormemente tentado a creer que ya está lograda. Te verás enormemente tentado a creer que,
Yo ya puedo hacer esto. Las oraciones que solía hacer cuando comenzaba, los ejercicios simples de consciencia que utilizaba cuando comenzaba en mi camino, ya no los necesito más. He dominado eso.
Siempre que escuches una voz en ti mismo diciendo, “conseguido”, debes estar seguro de que no es así, y que estás en peligro de perder lo ganado.
La humildad es el reconocimiento de que cuanto más te dirijas hacia la maestría, más existirá el deseo de disciplina y vigilancia. La disciplina no significa hacer algo duro que no te gusta hacer. La disciplina es como la habilidad de un artista que la cultiva y la refina simplemente desde el profundo deseo y deleite de crear más bellamente, y eso es todo. Disciplinar un músculo es lo que hace un atleta para que este trabaje incluso más bellamente que el día anterior, y desde el puro deleite de extender una mayor belleza al mundo.
Por tanto, la disciplina que se requiere para la mente es la de reconocer que, mientras el cuerpo dure y de hecho tú permanezcas existiendo, las creaciones de consciencia que son desemejantes al Amor han creado todo un conjunto de patrones vibratorios que simplemente estarán encantados de empujarte hacia abajo. Es el reconocimiento de que puede ser un deleite repetir conscientemente la decisión de enseñar solo Amor, y elegir selectivamente los patrones vibratorios en tu consciencia, siendo admitidos en ella solo los que reflejen la Verdad, la belleza y la valía de quien tú eres.

El juicio no puede reflejar esa Luz. La ira y el odio no pueden hacerlo. El miedo y la paranoia, el miedo al rechazo, el miedo a las opiniones de otros –tales vibraciones nunca pueden reflejar la majestuosidad, la grandeza, la magnificencia de tu Ser. Por tanto, entiende bien que la humildad es algo absolutamente esencial. Pues, paradójicamente, según la grandeza es expresada a través de ti, todavía tendrás la tentación de permitir que las energías egoicas establezcan su hogar en tu mente. Y la voz del ego dirá,
Tío, eres realmente todo un maestro, ¿lo ves? Realmente mereces toda esta adulación. ¿Por qué no te quedas el diez por ciento para ti mismo?
Un maestro acepta el Amor ofrecido, la gratitud ofrecida por aquellos a quienes sus enseñanzas han tocado, y ofrece todo eso a Dios, reconociendo que solas, todas esas cosas, no podrían haber sido hechas. Yo aprendí también a ser tentado. Y cuando aquellos enfermos que llegaban hasta mí encontraban la sanación en mi presencia, era muy tentador decir,
Sí, mira lo que he hecho. Realmente me lo he ganado. Estuve cuarenta días y cuarenta noches en el desierto. He ido a la India y al Tibet. He estado en Inglaterra. Estudié con todos los maestros de Egipto. Sí, realmente merezco ser considerado un sanador y un profesor.
Pero aprendí, mediante la humildad, a recordar la simplicidad de que, por mí mismo, no puedo hacer nada. Cultivé en mí mismo el arte de ser siempre un estudiante del Amor, y no el profesor del Amor, que cree que ya lo ha conseguido solamente por tener muchas letras detrás de su nombre. Así que, como ves, a medida que progresas y que permites que fluya más abundancia del Amor de Dios a través de ti, ves que comienzas a levantarte por encima de la multitud, y ves que comienzas a atraer a aquellos que quieren la Luz. Y según sucede esto, debes practicar la disciplina y la vigilancia recordando siempre la humildad, hasta que te encuentres recordándola con cada respiración.
¿Y por qué? Si estás viviendo en este mundo y sientes que nadie te busca, que nadie te toma como autoridad, solo hay una razón. Te has resistido a la Verdad de tu ser, y a través de la negación has alejado la Luz de Dios debido a tu miedo, debido a tu bien asentado miedo a parecer diferente del resto de los demás. Y el mundo te querría enseñar a ser un esclavo de modo que encajes en él y no arrugues las plumas de nadie. Pero a medida que te llenas de poder, la manera en que vas a reconocer que eso es lo que está sucediendo es al ver que cierta gente no te querrá. Les pondrás nerviosos solo por caminar por la misma habitación, porque la oscuridad aborrece la Luz. Es así de simple.
La humildad es absolutamente esencial. A través del portal de la humildad, la Luz del Poder puede ser encendida a través de ti, y cada vez con un mayor voltaje. Y si ese voltaje no parece estar fluyendo a través de tu mente, mira bien para ver si estás recordando la humildad y entregándote a ti mismo a ella. Porque la Luz de Dios solo puede brillar a través de ti en el grado en que estés dispuesto a tomar responsabilidad por ella, lo cual implica entregar los frutos de regreso a su Fuente, y no reclamarlos como los tuyos propios. Y cuando no reclamas nada para ti mismo, todas las cosas pueden fluir a través de ti. Y el Espíritu Santo puede reunir millones de seres en muchos planos para que lleguen hasta ti, porque sabe que no distorsionarás el Amor de Dios usurpando la posición de Dios, poniéndote a ti mismo en el trono.
La humildad es una característica principal a cultivar. Por tanto, cuando reces, ciertamente pide grandeza. Permite que el Padre sepa que estás preparado para que encarne la plenitud del Cristo, y simplemente mantente en la promesa de recordar para siempre que tú no eres el creador y el ejecutor. Eres meramente quien ha llegado a reconocer que solo el Amor de Dios puede llenarte a ti como alma. Solo la realización de tu propósito de ser un canal para el Amor puede brindarte el éxito que realmente buscas. Cuando estés plenamente comprometido a eso, antes que a pensar en las opiniones de los demás, entonces, ese Poder puede comenzar a moverse a través de ti.
Cuando estés dispuesto a soltar el mundo, el Cielo vendrá para reemplazarlo. Cuando estés dispuesto a soltar tu necesidad de grandeza egoica, la verdadera grandeza comenzará a derramarse a través de ti. Hay una paradoja en el Espíritu. Aprende a discernirla. Hazte un maestro en ella. Y nunca descuides la necesidad de disciplina, apoyándote en el cimiento de la humildad. 
Ves, esto es lo que ha provocado que le temas a la energía del deseo, pues en el pasado (y eso puede estar muy lejos), has decidido averiguar cómo sería permitir que todo ese poder fuera reclamado como el tuyo propio –para ser usado al servicio de la voz del ego. Y de eso es de lo que tienes miedo. Pero si cultivas esas etapas y las transitas con humildad, nunca necesitarás temer el mal uso del deseo.
Por tanto, en tus oraciones, tan a menudo como puedas recordar hacerlo, recuerda que lo que tú decretas, es. Así que habla claramente contigo mismo.
Fuente, Creador, Dios, Diosa, Todo Lo Que Es, Abba, estoy preparado para ser lo que Tú me has creado para ser. Elijo recordar que soy efecto y no causa. Que se haga Tu Voluntad, sabiendo que Ella es mi plena felicidad. Revela entonces esa vía a través de la cual puede ser conocida dicha felicidad. Porque mi manera nunca ha funcionado, pero la Tuya siempre lo hace.
Entonces recuerda cada día la energía del agradecimiento. Es adecuado y bueno agradecerse y apreciarse, unos con otros. Pero, en la privacidad de tu propia meditación y oración, aprecia y agradece cómo el poder de esa Fuente de Amor que he llamado Abba o Dios, está viviendo y moviéndose y respirando para traerte la gente, los libros, los profesores, las experiencias, que están desplegando suavemente el capullo del ego alrededor de ti, despertándote a la Verdad, y la belleza, y la majestad, y a la magnificencia y la grandeza que la Vida, en Sí Misma, es –y que quiere respirar a través de ti tan mágica y poderosamente como lo hace con una tormenta atronadora, o con una hoja en un árbol, o con el brillo en los ojos de un recién nacido.

Esa Vida es lo que tú eres. Esa Vida es la presencia del Amor de Dios, la Profundidad del Océano brotando en las Olas de la Creación. Permite por tanto que la Vida sola sea tu guía en todas las cosas, y descansa en agradecimiento ante el Misterio Infinito que la Vida es, y di a ello. Di a la Vida, para que puedas estar dispuesto a permitir que su clara plenitud te traspase y te lleve a una mayor profundidad de entendimiento y comprehensión de todo lo que Dios es. Y, ciertamente, si percibes adecuadamente la humildad, permanecer en la consciencia de la humildad divina es la más dulce de las experiencias que jamás puedas tener.
Muchos entonces os acordáis de mí y decís,
¡Oh! Allá donde está Jeshua, allí sí que me gustaría estar. Piensas un pensamiento y ya estás con alguien. Piensas en algo, y ya estás en ese universo. Nunca tienes que parpadear porque no tienes ojos.
Te aseguro que yo habito en una frecuencia vibratoria con muchos, muchos otros seres, cuya consciencia nunca vacila ni un solo instante en estar en un profundo agradecimiento y humildad ante el Misterio de Todo Lo Que Dios Es –el gran deleite de saber que vivimos, pero que no vivimos nosotros, sino nuestro Creador, que vive en tanto que nosotros. La única diferencia entre ser un maestro y ser un estudiante es que el maestro ha dominado el arte de ser siempre un estudiante. Piensa sobre ello.
El deseo, la intención, el permiso, la rendición –¿qué es lo que realmente quieres? ¿Estás dispuesto a sentirlo, y permitir que ese hilo de deseo te lleve a casa? ¿Puedes recordar usar el tiempo constructivamente enfocando tu intención, recordándote a ti mismo para qué estás aquí realmente? No estás aquí para sobrevivir, estás aquí para vivir como la Verdad de quien tú eres.
El permiso: no una aceptación pasiva de las cosas tal y como son, sino un reconocimiento de que algo muy bello está en marcha. Hay una Inteligencia, un Amor que te conoce mejor que tú mismo, y que te está presentando, minuto a minuto, joyas, gemas, lecciones y bendiciones... entretejiendo el tapiz de tu vida, sin que nada suceda por accidente.
La rendición: el cultivo del reconocimiento de que tu felicidad solo puede encontrarse al someter tu voluntad a la de Dios. Porque la tuya ha sido la de estar en conflicto, lucha y limitación. La Voluntad del Padre es que vivas sin conflicto, en paz, con alegría, realización y felicidad –eso que se llama éxtasis.
La humildad: si alguna vez te preguntas cómo anclar tu discernimiento en la humildad, detén lo que estés haciendo y pregúntate a ti mismo esto,
¿Yo me creé a mí mismo?
Sabrás muy bien que la respuesta es:
No, ni siquiera sé cuándo fui creado. Algo me concibió. ¿Qué es?
Eso te conducirá muy rápidamente a la humildad. ¿Sabes cómo concebir una estrella? ¡No! ¿Sabes cómo hacer que surja una hoja de un árbol? ¡No! ¿Incluso sabes cómo levantar tu mano de tu regazo? ¡No! ¿Qué es lo que sabes entonces? ¡Nada! Permítete a ti mismo entender que no sabes nada. Y en ese estado de divina ignorancia, descansarás en una humildad que finalmente le permite a tu Creador moverse a través de ti y revelarte todas las cosas.
Así, queridos amigos, La vía del corazón es esa vía que corrige la percepción y te brinda una mentalidad correcta, de modo tal que ya no seas el creador, el ejecutor y el director. Tus opiniones te parecerán algo absolutamente insignificante. Y desde un grandioso vacío descubrirás una paz perfecta. Y la Vida te llevará sobre Sus alas. Y a través de ti, la Vida expresará, cada vez en una mayor dimensionalidad, el exquisito e infinito Amor, Poder y Creatividad que Dios es, hasta que jures que Dios es todo lo que es. Y no encontrarás ni rastro de ti mismo en ningún lugar. Si la iluminación es el final de la separación, ¿cómo puede haber un creador y ejecutor? ¿Puede la ola dirigirse a sí misma? El ego es el intento de hacer eso, y siempre fracasa.

La paz sea entonces con vosotros siempre. Permite que la paz inunde tu ser en todo momento. Y reconoce que estás a salvo en el Amor de Dios que surge de esa gran Fuente de misterio, que querría moverse a través de ti con cada respiración que tienes y con cada palabra que dices, hasta que solo escuches ese ímpetu de la guía que mana desde lo más profundo de tu ser como una Suave Voz en la que confías completamente. Y conocerás la libertad que buscas.

Y con esto, nosotros, ciertamente, os dejamos por ahora. Aunque no vamos a ningún lado, ya que vosotros ya estáis donde nosotros estamos. Confía en esto. Reconoce esto. Cuenta con esto. Y explora La vía del corazón. Y con esa exploración, llegarás a conocer la Verdad del Amor.

Estad por tanto en paz, 
queridos amigos. 
                                                        Amén

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